
Unidad, no sumisión: el Congreso cierra filas con Sheinbaum frente a Trump
Por Bruno Cortés
En estos días en los que todo mundo opina sobre México y hasta el vecino del norte amenaza con subir aranceles, desde el Congreso ya dejaron clara su postura: aquí no hay miedo ni sumisión. Ricardo Monreal Ávila, coordinador del Grupo Parlamentario de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política (la famosa Jucopo), fue directo: cerrar filas con la presidenta Claudia Sheinbaum no es un acto de obediencia ciega, es una cuestión de responsabilidad nacional.
En un texto que publicó tanto en sus redes como en medios impresos, Monreal habló sin rodeos. Dice que estamos en tiempos de presión externa, de discursos que buscan hacernos tambalear como país. Y justo en ese momento, asegura, Sheinbaum ha respondido con la cabeza fría, sin gritar ni confrontar, pero dejando claro que México no se deja.
El detonante fue una nueva amenaza de Donald Trump, quien desde ya —y sin volver oficialmente al poder— anunció aranceles del 30% a productos mexicanos a partir de agosto, supuestamente fuera del marco del TMEC. Un tema delicado, sí, pero que en lugar de encender alarmas y caer en el juego de la provocación, ha tenido una respuesta con diplomacia, apertura y firmeza, según Monreal. Nada de arrodillarse, pero tampoco de entrar en pleitos que no llevan a ningún lado.
Monreal lo pone así: el país no está callado, está gobernando. La presidenta no se enganchó, está abriendo canales de diálogo y defendiendo la soberanía desde una posición de respeto. No se trata de gritar más fuerte, sino de gobernar con resultados, y eso —según él— es lo que se está haciendo.
Lo interesante de su mensaje no es solo lo que dice sobre política exterior. Va más allá. Es un llamado a cerrar filas en lo interno, a no dividirse justo cuando se requiere unidad para sostener el rumbo que ha trazado la llamada Cuarta Transformación. Es decir, más que defender a Sheinbaum como persona, se defiende a un proyecto político que busca seguir moviendo las cosas desde abajo, con organización ciudadana y con decisiones que, según él, siguen dando resultados: baja en delitos de alto impacto, avances en seguridad y gobernabilidad estable.
Y no faltó la referencia histórica: Monreal compara este momento con episodios de resistencia nacional, como cuando Benito Juárez enfrentó la Intervención o cuando Lázaro Cárdenas nacionalizó el petróleo. No es exageración por dramatizar, sino una forma de decir que lo que está en juego no es un simple diferendo comercial, sino el rumbo de un país que, si se mantiene unido, no lo dobla ni Trump ni nadie.
Desde el Congreso, dice, se sigue trabajando: ajustando leyes, preparando el presupuesto, revisando la estrategia de seguridad y reforzando la institucionalidad. Todo eso para mandar un mensaje dentro y fuera del país: México no está dividido, México tiene rumbo, y México no se arrodilla.
En resumen, Monreal no solo alinea a Morena tras Sheinbaum. También lanza un mensaje que busca cerrar la narrativa del caos: aquí no hay improvisación, hay gobierno; no hay confrontación estéril, hay estrategia. Y eso —en un escenario internacional incierto— puede ser lo más sensato que se puede hacer.
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