Sheinbaum a Zedillo: “Ya hay auditoría, no se necesita otra”
Por Juan Pablo Ojeda
En una nueva confrontación entre el pasado y el presente político de México, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo rechazó tajantemente la propuesta del expresidente Ernesto Zedillo de llevar a cabo una auditoría internacional e independiente a las obras emblemáticas de la Cuarta Transformación, como el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas.
Desde Palacio Nacional, durante su tradicional conferencia matutina, Sheinbaum fue clara: “¿Para qué una auditoría independiente si ya la hace la Auditoría Superior de la Federación (ASF)?”. Explicó que tanto el Tren Maya como la refinería Olmeca, ubicada en Dos Bocas, ya están siendo auditadas por este organismo, el cual —recordó— es autónomo y fue designado por el Congreso, no por su administración.
“¿Quién es la Auditoría Superior de la Federación? Es un organismo independiente que nombran las Cámaras, que su actual director no fue nombrado actualmente, sino que ya tiene tiempo ahí”, subrayó, marcando distancia con cualquier posible señalamiento de falta de imparcialidad.
El debate se reactivó después de que Zedillo —presidente entre 1994 y 2000— enviara una carta pública en la que planteó un reto a Sheinbaum: someter los megaproyectos del sexenio de Andrés Manuel López Obrador a una revisión internacional similar a la que, sugiere, debería hacerse con el controvertido Fobaproa, el rescate bancario ocurrido durante su gestión y que aún genera críticas en la opinión pública.
Entre los proyectos que Zedillo propone auditar se encuentra también la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco, además del Tren Maya y Dos Bocas. A juicio del expresidente, solo una evaluación externa e imparcial garantizaría transparencia.
Pero Sheinbaum no sólo defendió los mecanismos de supervisión ya existentes; también respondió con una carga política: “Él no está de acuerdo con esas obras y tiene todo el derecho, pero ya representa como el 20% de la población en México, porque el 80% está de acuerdo con nosotros”.
Con esta declaración, la presidenta dejó en claro que, además de considerarse auditados los proyectos, hay un respaldo popular que avala su continuidad. En resumen, para Sheinbaum, el planteamiento de Zedillo no es más que una estrategia política disfrazada de preocupación técnica.
Este choque entre dos figuras clave de diferentes épocas —una exmandataria que administró una crisis económica histórica y una presidenta que defiende el legado de AMLO— refleja también una disputa por el relato de qué modelo de país debe prevalecer: el tecnócrata o el transformador.
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