El famoso youtuber estadounidense MrBeast, cuyo nombre real es James Stephen Donaldson, causó revuelo en redes sociales tras publicar un video grabado en las zonas arqueológicas de Calakmul (Campeche), Chichén Itzá y Balamcanché (Yucatán). La polémica estalló porque en esas áreas está prohibido desde hace años subir a estructuras o ingresar a subestructuras sin autorización estricta del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Ante la polémica, la presidenta Claudia Sheinbaum fue cuestionada durante la “Mañanera del Pueblo” y confirmó que MrBeast sí solicitó los permisos correspondientes al INAH para grabar en dichos sitios. “La información es que tenía permiso del INAH. Hay que ver exactamente el contenido, pero no es que haya entrado sin permiso”, afirmó la mandataria.
No obstante, el INAH publicó un comunicado en el que, si bien confirma que hubo autorización formal para filmar en zonas específicas —incluida la subestructura del Edificio II en Calakmul—, también desmiente varios momentos del video, tachándolos de montajes teatrales propios del estilo del creador.
Según el Instituto, nunca se descendió desde un helicóptero, no se pernoctó dentro de la zona arqueológica y la máscara prehispánica que aparece en el video es una reproducción contemporánea. “El video posee un amplio trabajo de postproducción y hace alusión a eventos que no ocurrieron”, señaló el INAH.
A pesar de las licencias creativas, el INAH adoptó una postura positiva sobre el impacto cultural del contenido. Reconoció que este tipo de producciones puede servir para despertar el interés de audiencias jóvenes en México y el mundo, motivándolas a conocer las culturas originarias y visitar los sitios arqueológicos con una visión más informada.
El episodio ha reabierto el debate sobre cómo se debe equilibrar la promoción cultural con la protección del patrimonio histórico, especialmente cuando se involucran figuras internacionales con enorme alcance como MrBeast, quien cuenta con más de 250 millones de suscriptores en YouTube.
Por ahora, todo indica que el acceso se dio bajo la ley, pero el estilo del video provocó confusión y enojo entre quienes vieron una supuesta falta de respeto a los espacios sagrados. El gobierno mexicano y el INAH tendrán ahora que evaluar cómo gestionar futuros permisos para creadores de contenido sin comprometer la integridad de estos tesoros arqueológicos.
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