Millones celebran a la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac 2025

Por Juan Pablo Ojeda

Cada diciembre, México vibra con una de sus tradiciones más profundas: la fiesta guadalupana. El 11 y 12 de diciembre, millones de peregrinos llegan a la Basílica de Guadalupe para rendir homenaje a la “Morenita del Tepeyac”, en una mezcla de devoción, cultura y agradecimiento que atraviesa generaciones. No es solo una celebración religiosa: es un ritual que une al país entero y atrae a visitantes de toda América Latina.

Este 2025, la expectativa es enorme. Autoridades e iglesia esperan una asistencia masiva, por lo que se activó un operativo especial para garantizar orden y seguridad. La programación incluye misas, rosarios, homenajes y la famosa serenata guadalupana, que año con año llena de música el atrio y los alrededores del santuario.

La jornada arranca el 11 de diciembre con la Misa Capitular y continúa con homenajes del clero, celebraciones solemnes y la tradicional serenata del pueblo de México y América. Para muchos devotos, este día es el preámbulo de una noche de fe que se vive despierto, en oración y acompañando a la Virgen.

El 12 de diciembre es el corazón de la festividad. Justo a la medianoche se entonan las Mañanitas, marcando el inicio de una cadena de misas que abarcan desde los concheros y trabajadores de la construcción hasta comunidades religiosas y movimientos laicales. Al mediodía, la Misa de las Rosas —una de las más significativas— reúne a miles frente al altar mayor. La jornada concluye con rosarios solemnes y encuentros comunitarios que mantienen viva la tradición.

Para quienes planean vivir la experiencia en persona, el “Programa Basílica 2025” recomienda medidas esenciales: mantener vigilados a niñas, niños y adultos mayores, vestir con varias capas por el frío nocturno, mantenerse hidratado, portar identificación, consumir alimentos en lugares establecidos y evitar pirotecnia. También habrá módulos de atención, rutas de evacuación señalizadas y voluntarios con chalecos rosas listos para apoyar.

La fiesta guadalupana sigue siendo una de las expresiones más poderosas de identidad en México. Entre veladoras, cantos y miles de pasos que avanzan hacia el Tepeyac, la Virgen de Guadalupe vuelve a unir al país en una tradición que nunca pierde fuerza.