
Juventud con voz: cuando los jóvenes dejan de ser futuro y se vuelven presente
Por Bruno Cortés
Hay quien dice que los jóvenes son el futuro, pero ¿y si ya fueran el presente? Esta semana, en pleno corazón del Congreso mexicano, la diputada Azucena Huerta Romero, del Partido Verde, rompió el guion de la política tradicional al poner en el centro de la conversación a quienes muchas veces son vistos como “muy verdes” para opinar: las y los jóvenes.
Desde la Cámara de Diputados, Huerta Romero levantó la voz por ese 23% de la población —sí, casi 30 millones de personas entre 15 y 29 años— que muchas veces no aparece en las encuestas ni en las decisiones públicas, pero que está construyendo el país desde abajo, desde lo local, desde lo cotidiano. Lo hizo al inaugurar el “Foro Nacional de Innovación Social Juvenil: IMPACTA 2025”, un espacio para que chicas y chicos de todo el país no solo compartan ideas, sino que muestren cómo están transformando su entorno con proyectos reales.
Y es que esto no fue un foro más para la foto. Aquí se premiaron iniciativas con impacto concreto: desde videojuegos educativos que enseñan salud en escuelas rurales, hasta talleres de ciencia para comunidades indígenas, pasando por propuestas para proteger el medio ambiente usando tecnología o podcast que le dan micrófono a los que nunca son escuchados. En resumen, los jóvenes no solo hablaron, actuaron.
Abraham Cortés Reta, del Consejo Nacional Juvenil de Ciencia y Humanidades, lo dijo sin rodeos: los jóvenes no son una promesa a futuro, son el motor del cambio hoy. Por eso, este año el foro entregó la medalla IMPACTA 2025 en tres categorías clave: innovación social, impacto comunitario y sostenibilidad. No es un premio cualquiera. Es un reconocimiento a los que se atreven a proponer en un país que muchas veces los margina de la toma de decisiones.
En esa misma línea, Andrea Andrade, del Ateneo Nacional de la Juventud, subrayó que estos espacios existen porque ya no basta con decir “hay que incluir a los jóvenes”, ahora toca cederles la palabra y dejar el adultocentrismo atrás. Lo importante no es hablar de ellos, sino con ellos.
Y para ponerle nombre al elefante en la sala, Enrique Pérez Reséndiz, profesor de la UNAM, soltó una verdad que retumbó en San Lázaro: el mito de que la juventud es apática ya no se sostiene. Puede que no marchen como antes ni se afilien a partidos, pero eso no significa que no participen. Están en sus barrios, en sus redes, en sus colectivos, en sus escuelas. Su activismo es menos institucional y más horizontal, más digital, más inmediato. Diferente, pero igual de potente.
En medio de tanta desconfianza hacia la política, este foro dejó algo claro: cuando se abren espacios reales de participación, la juventud responde. No solo opinan, sino que proponen, organizan, innovan. Así que quizás ya es hora de dejar de verlos como el futuro lejano, y empezar a entender que su presente está aquí, está ocurriendo… y puede que lo estén haciendo mejor que muchos adultos.
Porque sí, la política también se hace desde un podcast, desde un taller, desde una app. Porque hoy, más que nunca, ser joven en México es sinónimo de estar listo para impactar.
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