El método de las 3 cajas: ordenar tu casa cuando el problema no es el desorden, sino el espacio
Vivir en un departamento pequeño tiene muchas virtudes: menos limpieza, menos renta, menos acumulación innecesaria… en teoría. En la práctica, cuando cada metro cuenta, cualquier objeto fuera de lugar se siente como caos. Y aunque métodos populares como KonMari han ayudado a muchas personas a replantearse su relación con las cosas, no siempre funcionan igual cuando simplemente no tienes dónde “guardar lo que sí te da alegría”.
Ahí es donde entra el llamado método de las 3 cajas: una estrategia simple, rápida y especialmente pensada para espacios reducidos, donde ordenar no significa aspirar a una casa de revista, sino recuperar funcionalidad y aire.
Por qué KonMari no siempre encaja en espacios pequeños
El método de Marie Kondo parte de una premisa poderosa: conservar solo aquello que “despierta alegría”. El problema es que esa alegría no reduce el volumen físico de los objetos. Puedes amar tus libros, tu ropa y tus recuerdos, pero si todos “pasan la prueba”, el departamento de 40 metros no se expande mágicamente.
En hogares pequeños, el reto no es solo emocional, sino logístico. Necesitas decidir rápido, ver resultados inmediatos y, sobre todo, evitar pilas eternas de “luego veo qué hago con esto”. El método de las 3 cajas responde justo a esa necesidad.
En qué consiste el método de las 3 cajas
La idea es tan sencilla que casi parece obvia, y quizá por eso funciona. Tomas tres cajas, bolsas o contenedores (no tienen que ser bonitos, solo funcionales) y las etiquetas mental o físicamente de esta manera: “Me quedo”, “Se va” y “Duda”.
A partir de ahí, trabajas por zonas pequeñas: un cajón, un estante, una repisa, nunca una habitación completa. Cada objeto que tocas solo puede ir a una de esas tres cajas. No se regresa a su lugar original hasta que termine el proceso.
La clave está en que el sistema elimina la parálisis. No tienes que decidir de inmediato si algo merece un lugar definitivo en tu vida; basta con saber si lo usas, si ya no lo necesitas o si todavía no estás listo para soltarlo.
La caja de “me quedo”: solo lo que gana su espacio
En departamentos pequeños, quedarse con algo implica una responsabilidad: ocupará espacio valioso. Por eso, esta caja no es para todo lo que “alguna vez usas”, sino para lo que realmente cumple una función hoy. Herramientas que sí usas, ropa que sí te pones, objetos que tienen un lugar claro y accesible.
Un buen criterio es preguntarte si ese objeto justifica el espacio que ocupa. No si es bonito o costoso, sino si hace tu vida diaria más fácil.
La caja de “se va”: liberar sin culpa
Aquí entra todo lo que ya no usas, no funciona, está duplicado o simplemente se quedó por inercia. No significa que todo termine en la basura. Esta caja puede dividirse después en donar, vender o reciclar, pero ese análisis viene luego.
Lo importante es separar emocionalmente el objeto de tu espacio. En casas pequeñas, lo que no se va, estorba.
La caja de “duda”: el salvavidas emocional
Esta es la gran diferencia frente a métodos más radicales. La caja de “duda” existe para evitar que te auto-sabotees. Son esos objetos que no usas seguido, pero tampoco estás listo para dejar ir: recuerdos, papeles, cosas “por si acaso”.
La regla es clara: esta caja no se abre de inmediato. Se cierra, se fecha y se guarda en el lugar menos accesible del hogar. Si en tres o seis meses no has necesitado nada de ahí, la respuesta suele ser bastante clara.
Por qué este método funciona mejor en pocos metros
El método de las 3 cajas es especialmente eficaz en espacios pequeños porque respeta tres realidades: el tiempo limitado, el apego emocional y la falta de almacenamiento. No promete una transformación espiritual, sino algo mucho más práctico: recuperar superficie, orden visual y facilidad de uso.
Además, es flexible. Puedes aplicarlo cada cambio de estación, antes de una mudanza o incluso como “reseteo” anual del departamento. No necesitas un fin de semana completo ni vaciar toda tu ropa sobre la cama.
Ordenar no es tener menos cosas, es poder moverte mejor
En espacios pequeños, el verdadero lujo no es el minimalismo extremo, sino la fluidez. Caminar sin esquivar objetos, abrir un cajón sin que todo se atore, encontrar lo que buscas en menos de un minuto.
El método de las 3 cajas no te pide que cambies tu personalidad ni que te desprendas de todo lo que amas. Solo te invita a hacer una pregunta honesta y constante: ¿esto merece ocupar espacio en mi vida hoy?
A veces, con tres cajas y un poco de claridad, basta para que tu casa vuelva a sentirse habitable.
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