
El exceso de velocidad, clave en el trágico accidente de Diogo Jota
Por Juan Pablo Ojeda
Lo que parecía un rumor imposible se volvió realidad trágica: Diogo Jota, delantero portugués del Liverpool y pieza clave tanto en su club como en la selección de su país, perdió la vida en un accidente automovilístico junto a su hermano André Silva. La noticia sacudió al mundo del fútbol, y mientras el luto invade canchas y redes sociales, la investigación sigue su curso para esclarecer los hechos.
Los primeros informes periciales de la Guardia Civil apuntan en una dirección clara: exceso de velocidad. El vehículo en el que viajaban, un Lamborghini Huracán, iba muy por encima del límite permitido en la autopista AG-57, en la región de Galicia, España. Aunque los peritos aún no cierran el caso, ya es posible trazar un escenario preliminar de lo que ocurrió.
De acuerdo con fuentes cercanas al caso, Diogo Jota habría sido quien conducía el auto al momento del siniestro, ocurrido la semana pasada. El coche sufrió un pinchazo en la llanta trasera justo cuando adelantaban a otro automóvil, lo que habría provocado la pérdida de control y el brutal impacto. A la tragedia se sumó el incendio que consumió gran parte del vehículo, dificultando el reconocimiento de los cuerpos. Fue gracias a piezas de joyería y objetos personales que los forenses pudieron confirmar sus identidades.
El choque no solo ha dejado un hueco irremplazable en el mundo del deporte, también plantea preguntas importantes sobre la velocidad, la seguridad en carretera y la fragilidad de la vida, incluso para figuras del más alto nivel.
Mientras la Guardia Civil de Zamora continúa analizando detalles como las marcas de neumáticos en el asfalto y otros vestigios del lugar del accidente, clubes, compañeros de equipo y aficionados siguen enviando mensajes de condolencia, recordando a un jugador talentoso, humilde y comprometido, que con apenas 27 años, dejó una huella profunda en el fútbol europeo.
La investigación continúa, pero lo cierto es que la velocidad y el destino jugaron una mala pasada. El fútbol llora a uno de los suyos, y esta vez, no hay remontada posible.
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