Carney a Trump: “Canadá no está a la venta”
Por Juan Pablo Ojeda
En un encuentro bilateral marcado por la tensión diplomática y el simbolismo político, el recién electo primer ministro de Canadá, Mark Carney, lanzó una contundente declaración al presidente de Estados Unidos, Donald Trump: “Canadá no está a la venta”. La frase, pronunciada frente a cámaras en la Casa Blanca, buscó cerrar cualquier posibilidad a las reiteradas insinuaciones de Trump sobre una posible anexión del país vecino como el «estado 51» de la Unión Americana.
La reunión, celebrada este martes en Washington, marcó el primer cara a cara entre ambos líderes desde que Carney asumió el poder tras una reñida elección federal en Canadá. El encuentro tenía como propósito iniciar negociaciones para eliminar los aranceles impuestos por Washington a productos canadienses y redefinir la relación bilateral.
Sin embargo, el tono informal de Trump pronto derivó en propuestas provocativas. “Nunca digas nunca”, respondió el presidente estadounidense a la negativa de Carney, agregando: “Me encanta Canadá” y afirmando que una unión entre ambas naciones traería “impresionantes beneficios” como impuestos más bajos para los canadienses y una integración al sistema militar estadounidense.
Carney, exbanquero central y reconocido por su pragmatismo, no dejó pasar la oportunidad para responder con sarcasmo: “Como sabe por el mercado inmobiliario, hay algunos lugares que nunca están a la venta. Estamos sentados en uno de esos en estos momentos. Y el Palacio de Buckingham que usted visitó también”. Trump, lejos de contradecirlo, respondió con un escueto “Es cierto”.
El presidente estadounidense volvió a arremeter contra los productos de exportación canadienses como los automóviles y el petróleo, afirmando que EE.UU. no los necesita: “Queremos hacer los automóviles, tenemos una enorme abundancia de energía, más que ningún otro país”.
Estas declaraciones se enmarcan en un contexto geopolítico cada vez más tenso, en el que la retórica populista y nacionalista de Trump busca proyectar fuerza de cara a las elecciones presidenciales de 2026. Carney, por su parte, parece dispuesto a defender con firmeza la soberanía canadiense ante los embates verbales del republicano.
Aunque la posibilidad de una integración formal entre ambos países resulta jurídicamente inviable y políticamente improbable, la insistencia de Trump pone en evidencia su estrategia de negociar desde una posición de presión, apelando al espectáculo mediático y al nacionalismo económico.
Lo cierto es que, más allá del simbolismo, las negociaciones sobre aranceles continuarán en las próximas semanas, aunque ahora bajo la sombra de un mensaje que quedará grabado en la historia diplomática entre ambos países: “Canadá no está a la venta”.
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