
Comayagua y su misterioso reloj: una joya mecánica que desafía al tiempo
Por Juan Pablo Ojeda
En el corazón de Honduras, donde la historia y la leyenda se entrelazan, la ciudad colonial de Comayagua resguarda una de sus más preciadas joyas: un reloj enclavado en la torre de su catedral que algunos aseguran es el más antiguo en funcionamiento de América, e incluso del mundo.
Ubicado en la Catedral de la Inmaculada Concepción, el reloj de manecillas verdes y números romanos poco convencionales —como el número cuatro representado con “IIII” en lugar de “IV”— se ha convertido en un símbolo identitario para la ciudad y un atractivo turístico ineludible.
Según relata el guía turístico Ever Villanueva, el reloj fue fabricado por manos árabes alrededor del año 1100 para el Palacio de la Alhambra en Granada, España. Desde ahí habría viajado hasta tierras hondureñas en 1636, instalado inicialmente en la Iglesia de la Merced antes de ocupar su actual sitio en la catedral.
Villanueva asegura que, en 2012, investigaciones locales concluyeron que este reloj es “el más antiguo en funcionamiento del mundo”. Sin embargo, versiones más conservadoras —como la de la página oficial de la municipalidad de Comayagua— lo reconocen como “el reloj de trabajo más viejo de América”.
No obstante, historiadores como Rubén Darío Paz, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, insisten en la falta de documentación que confirme su origen y ruta. “No hay un solo documento oficial que diga que fue traído de España o donado por la Corona. Más bien, es una leyenda urbana que ha sobrevivido por generaciones”, afirma.
Una pieza viva de historia sin electricidad
Aunque su origen exacto sigue envuelto en misterio, lo que no se discute es su funcionamiento: el reloj opera sin electricidad ni baterías, movido únicamente por el principio de la gravedad. Una vitrina de madera y cristal protege su engranaje centenario en lo alto del campanario, accesible solo a través de una estrecha escalera de piedra que obliga al visitante a agacharse por el bajo techo.
El mecanismo sigue latiendo con precisión, y su péndulo oscila como lo ha hecho durante siglos, marcando el ritmo del tiempo en Comayagua.
Cada 31 de diciembre, centenares de personas se congregan en la plaza central de la ciudad para recibir el nuevo año guiados por las campanadas de este icónico reloj, testigo mudo del paso del tiempo y símbolo de la identidad hondureña.
Sea mito o realidad, el reloj de Comayagua sigue funcionando con la misma cadencia desde hace siglos, ofreciendo no solo la hora, sino también una lección viva de historia, cultura y resiliencia mecánica.
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