
Puños por la paz: el deporte se alza como camino para rescatar a la niñez
Por Bruno Cortés
Entre guantes, sueños y un mensaje poderoso, el diputado José Narro Céspedes (Morena) se sumó a una iniciativa que busca algo más que victorias en el ring: construir paz con puños entrenados y corazones firmes. Se trata del “Cinturón Blanco por la Paz”, un proyecto impulsado por el excampeón nacional de peso ligero, Omar Flores Vargas, que usa el boxeo como una herramienta para llevar esperanza a niños y jóvenes, dentro y fuera del país.
La firma del cinturón no fue un acto simbólico más de esos que se quedan en buenas intenciones. Fue un llamado abierto a que líderes políticos, artistas, empresarios, deportistas y ciudadanía en general se sumen a una causa sencilla pero poderosa: sembrar paz desde el deporte, desde la disciplina, y desde los barrios donde la violencia ha ganado demasiado terreno.
Durante la presentación, Narro Céspedes anunció algo que emocionó a todos: la boxeadora Martha Daniela Garibay, conocida como “Gigi” y con apenas 13 años, será quien represente a México en Belice el próximo 19 de julio. Pero no solo va a boxear, también será embajadora por la paz. Una niña mexicana llevando un mensaje que los adultos, a veces, olvidan: sí se puede pelear por algo mejor, sin destruir.
Este proyecto no nace de la nada. En abril de 2024, la entonces jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum y Miguel Torruco Garza —encargado nacional de Promoción al Deporte, Arte y Bienestar— impulsaron la clase de box más grande del mundo, justo en el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz. Ese fue el arranque de una cruzada que va creciendo golpe a golpe.
La idea es clara: que el Cinturón Blanco viaje por todo el continente, como un símbolo que reúna voluntades y compromisos para alejar a los jóvenes de la violencia, las adicciones y la desesperanza. Próximamente, el cinturón hará escala en Belice, Guatemala y República Dominicana. Porque para sus promotores, como dice Flores Vargas, “nuestra meta no tiene límites”.
Y no solo es box. Óscar Martínez, promotor de la calistenia (ese entrenamiento en barras que cada vez toma más fuerza en colonias y parques), se sumó al proyecto convencido de que el ejercicio puede ser una salida real para miles de jóvenes atrapados en entornos complicados. Según él, rescatar a alguien con deporte no es solo posible, es urgente.
El mensaje de fondo es contundente: mientras algunos discuten estadísticas de violencia desde oficinas lejanas, hay quienes están dispuestos a arremangarse y combatirla en el terreno, con deporte, constancia y comunidad. Porque cada vez que un joven sube al ring, se cuelga de una barra o entrena con disciplina, también se baja del riesgo de las calles.
Y si algo quedó claro es que esta no es una pelea por medallas, sino por el futuro. Un futuro donde el boxeo no sea solo para ganar campeonatos, sino para construir paz.
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