El poder del sueño: la nueva medicina preventiva
Dormir bien ya no es un lujo: es una necesidad biológica tan esencial como comer o respirar. Durante años, el sueño fue visto como un tiempo “perdido” en la agenda diaria, algo que podía recortarse sin mayores consecuencias. Hoy la ciencia ha demostrado exactamente lo contrario: dormir lo suficiente es uno de los pilares más poderosos de la salud preventiva.
Mientras dormimos, el cuerpo no se apaga, sino que se repara. En esas horas silenciosas, el cerebro consolida recuerdos, el sistema inmunológico se refuerza y las células realizan procesos de regeneración. El sueño profundo actúa como un “servicio de limpieza” que elimina desechos metabólicos del cerebro, incluyendo proteínas asociadas con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Dormir menos de lo necesario, en cambio, afecta la memoria, la concentración y el equilibrio emocional.
Además, el sueño regula el metabolismo. Diversos estudios han comprobado que la falta de descanso altera las hormonas del apetito —la grelina y la leptina—, provocando mayor hambre y preferencia por alimentos calóricos. Por eso, dormir poco no solo agota, sino que también favorece el aumento de peso y el riesgo de diabetes. En el plano cardiovascular, un sueño insuficiente se asocia con hipertensión y mayor probabilidad de infartos, debido al aumento del estrés oxidativo y la inflamación.
El impacto emocional tampoco es menor. Después de una noche de mal descanso, el cerebro procesa las emociones con menos control racional, lo que aumenta la irritabilidad y la ansiedad. En cambio, un sueño reparador mejora el humor, la empatía y la capacidad de tomar decisiones. No es casual que los especialistas hablen ya del descanso como un “antidepresivo natural”.
Dormir bien implica algo más que acumular horas en la cama. Requiere hábitos de higiene del sueño: mantener horarios regulares, reducir el uso de pantallas antes de dormir, evitar estimulantes como la cafeína y crear un ambiente oscuro y tranquilo. También ayuda establecer rituales relajantes —leer, meditar o practicar respiración consciente— que indiquen al cuerpo que es hora de descansar.
La medicina moderna está redescubriendo lo que el cuerpo siempre supo: que el sueño no es un descanso de la vida, sino una parte esencial de ella. En un mundo que premia la productividad constante, dormir bien se ha convertido en el acto más simple —y más poderoso— de autocuidado.
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