En medio de las alertas lanzadas por funcionarios del gobierno de Estados Unidos sobre el posible uso de drones con explosivos por parte de cárteles mexicanos en la frontera, la presidenta Claudia Sheinbaum pidió no caer en alarmismos. Desde Palacio Nacional, dejó claro que “no hay una preocupación adicional” sobre el tema y que lo importante es mantener la coordinación y ocupación en tareas de seguridad conjunta con el país vecino.
En su conferencia matutina, Sheinbaum fue cuestionada sobre los señalamientos hechos por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y el FBI ante el Senado de EE.UU., donde afirmaron que “es cuestión de tiempo” para que los cárteles usen drones en ataques directos contra estadounidenses o fuerzas del orden. La presidenta fue enfática: hay colaboración, pero no hay motivo de alerta especial.
“Hay comunicación y coordinación con autoridades de EE.UU., no hay nada en particular de qué alertarse en este momento. Lo que hay es ocupación, no preocupación”, dijo Sheinbaum al aclarar que, si bien hubo un caso de un dron cercano a la frontera, no pasó a mayores.
Los dichos de la presidenta fueron respaldados por el almirante Raymundo Pedro Morales, secretario de Marina, quien explicó que los drones empleados por el crimen organizado son de tipo comercial, adquiridos en tiendas recreativas, y que no se han detectado con funciones ofensivas en la frontera.
“Hubo alguna información de alguno que lo vieron del lado mexicano, pero no se ha confirmado que haya drones cruzando con explosivos ni nada por el estilo”, añadió Morales, destacando que la cooperación con EE.UU. es “amplia y completa” en esta materia.
En contraste, desde Washington, el panorama que pintan es más preocupante. Steven Willoughby, encargado del programa antidrones del DHS, reveló que solo en el segundo semestre de 2024 se detectaron 27 mil vuelos de drones en la frontera. Según explicó, estos vehículos se usan principalmente de noche (entre las 20:00 y las 4:00 horas) para vigilar patrullas fronterizas, transportar drogas o incluso para ataques entre grupos criminales rivales.
A pesar de ese panorama, el gobierno mexicano insiste en que no hay evidencia concreta de drones armados cruzando la frontera ni operando con objetivos cinéticos contra autoridades estadounidenses o mexicanas, y que el trabajo conjunto con el CBP (Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza) y otras agencias se mantiene en un nivel alto.
La postura de Sheinbaum, más mesurada, parece buscar evitar una narrativa de crisis, al tiempo que reafirma la cooperación binacional, especialmente entre mandos militares y de seguridad de ambos países. Un tema sensible en una región donde el tráfico de drogas, armas y personas sigue siendo un reto permanente.
Por ahora, el gobierno mexicano apuesta por mantener el control y la vigilancia, sin generar pánico, aunque con la firme promesa de actuar en caso de detectar amenazas reales y no solo suposiciones. En la frontera, como en la política, cada palabra cuenta.

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